Febril en la noche me abro y me despojo
de toda precaución de retenerme,
como el mar insomne abro mis cerrojos
y el oleaje no logra contenerme.
Me hiero a ratos solo por saberme
de amor herido por ti y aún a ti te escojo,
en esta tempestuosa manera de perderme
que eres mi bien y mi mal, mi propio trampantojo.
Tú me dominas siendo mi tortura,
me besaste y poco después te fuiste.
Tu silencio ahora es mi desengaño,
me pierdo en esta falta de mesura
y ardiendo en esa hoguera que encendiste,
te amo y te odio y te dejo hacerme daño…
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