A Jesús Lizano (1931-2015)

Lizano

Se fue el poeta, el poeta del universo curvo que hoy, sin él, ha sucumbido al pánco de sentirse demasiado recto. El poemo llora ahora el tragedio de vivir tan solo y no encuentra más consuelo que pensar en la banalidad de la desaparición.
Se fue el poeta y hoy son los bomberos los que se quedan solos ¿a quién llamarán para calmar su soledad? Y las florecillas, ¿a quién entregarán su ofrenda de pétalos? ¿Quién casará poéticamente a los novios? ¿Quién consolará la tristeza del mar? El capitán marino no dejará de llorar y desde lejos unos tristes caballitos dan vueltas absurdas en un carruselCarrusel 1 sin infancia. El niño se durmió y amaneció poeta, buscó la inocencia, se encontró solo, solo entre los muros y los pobres, solo entre los soldados desconocidos, solo entre los lamentos y la mierda, solo, solo, solo, en la mayor soledad, descubrió tierra, desde entonces atravesó las Castillas del polvo y de los picapedreros y el mundo se animó, se pobló de sonetos que lo cantaron todo, casi todo, porque el camino deparaba aún nuevos milagros, y hubo Lizanitos, sueños, desesperaciones y hasta Ferroles de dulzuras prohibidas y flores dañadas, y hubo recitales, pero siempre solo, solo, solo entre los fogones y el vino a mediodía, solo ante el genio de Brahams y la mirada terrible del pescado a medio freír. Lizano 2Se fue el poeta, el amigo, el manifestante, el anfitrión de una temporada en la casa del genio, entre máquinas de escribir y papeles desconcertados. No me atrevo a entristecerme por si esa tristeza te traiciona, Jesús, y pervierte la vitalidad de tu carcajada, pero yo, que también vi tu caída en el rellano de un piso de estudiantes y presentí la violencia de tu tormenta, me atreveré luego a brindar por ti en una copa de llanto. Espero que me perdones. Después, volveremos a recuperar el brío de la lucha, lo intentaremos al menos, y recordaremos que el mundo solo puede ser poético en tu nombre, juguetón, ácrata, puro, niño, y que marcharse no es más que acabar con el último señorío que nos impedía resplandecer para siempre en una libertad sin ocaso
“y la muerte no tendrá dominio”
¡Salud, compañero!

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