A contracorriente: pensamientos sobre la época

(Sobre ciencia y tecnología)

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Pensar que la ciencia y la tecnología no hacen sino proporcionarnos bienestar, desvela inmediatamente el componente ideológico que ambos conceptos comparten. El modo de proceder de la ciencia y la tecnología, su modelo de racionalidad y de dominio, la representación del mundo tal y como la ejercen, niegan, de entrada, otros caminos que el pensamiento pudo tomar para localizarse en la vida. Uno de estos caminos, fundamental y originario, tiene que ver con el ser y con la verdad de lo que es. La ciencia y la tecnología eligieron tomar una senda y silenciar lo más posible todo camino previo, con lo que también silenciaron el saber tradicional y la historia. De todo ello fue madurando un hombre perdido entre objetos que, además, con el tiempo, se iban haciendo más frágiles, desechables y más serviles a una producción que favorecía la destrucción acelerada y el hiperconsumo creciente. Perdido, pues, entre cosas efímeras, perdió el hombre también y de manera lógica, el sentido más o menos estable que alguna de esas cosas aún alcanzaba a proporcionarle. No obstante, la ciencia aplicada a la producción de objetos tecnológicos ha seguido su curso en medio del extravío de la pregunta por lo humano, demostrando que la ciencia y la tecnología nos han quitado tanto o más de lo que nos han proporcionado.

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Lo que la tecnología nos ofrece son utensilios concretos, pero lo que nos arrebata son horizontes esenciales. Dicho con mayor brevedad: la tecnología nos vende cosas y nos arrebata esencias.

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No hay gozo en el uso de la tecnología, por más que se confunda en algunos casos el gozo con una cierta excitación. El gozo, como el placer, provienen de experiencias profundas de “pensamiento encarnado” -ni intelectualismo puro y estéril, ni sensación vacía y muda-. La tecnología, al agotarse en el consumo de una utilidad o de una aplicación, cierra por completo el acceso a ese gozo o placer, los cuales, de alguna manera, tienen su horizonte ideal en la plenitud. El triunfo de la mirada del gozo (placer) es la plenitud. El de la tecnología, es la totalidad.

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Ontologizar la tecnología supone capitalizar la muerte.