Para Colibrí
A pesar de la noche
y de su telón de cuervos
sobrevives, luz,
oculta entre los huesos.
Para Colibrí
A pesar de la noche
y de su telón de cuervos
sobrevives, luz,
oculta entre los huesos.
Para Colibrí.
«¿No oyes ladrar a los perros? «
(Juan Rulfo)
El paisaje quieto
y el viento que pasa
removiendo la voz
insondable
de la tierra y de las hojas.
En algún lugar sin coordenadas y tiempo sin relojes.
Al despertar, madrugada del 6 de noviembre de 2018.
El recital se celebraba en el interior de una iglesia. No podría decir a qué hora, porque pronto el tiempo descubriría el final de su juego de disfraces, pero sí puedo decir que llegué a aquel sagrado lugar envuelto en una intensa luz de mediodía. Adentro afloraba otra cosa: una penumbra apenas clareada por multitud de pequeñas velas encendidas. El interior era muy amplio y estaba repleto de gente, toda ella sentada en las bancadas de madera que flanqueaban el pasillo que conducía al altar. Me quedé atrás, muy cerca de la puerta y a escasos metros de la primera hilera de bancos. Allí también habían colocado algunos asientos y, en uno de ellos, me instalé. Sigue leyendo
Como el toro valiente en su resabio
llevo una cruz al lomo, malherida,
pero de amor morir será más sabio
que vivir sin esta alma embravecida.
Navego sin ayuda de astrolabio,
lucho por una causa ya perdida,
acepto que me lidien unos labios
con capotes de sal en las heridas.
Desafiando el clamor de los cobardes,
su cómplice faena ensangrentada,
su rito de manada y griterío,
embisto de arrebol, me hundo en la tarde
y despreciando heridas y estocadas,
muero de vivo amor frente al gentío…