Mi corazón conoce bien la pena
de latir luchando contra su propio latido,
grita y tiembla y sucumbe enfurecido
a la apasionada libertad de su condena.
Mi corazón que nunca se serena
y bate en el calor de lo vivido,
sueña, ríe, llora y es como una almena
que defiende el sabor de lo perdido.
A veces crees, corazón, que es aún posible
desandar el camino de lo andado,
revivir el latido de lo ausente;
otras, en cambio, todo lo ves como imposible,
melancólico te hundes, sombrío y tan callado
que en tal estado, yo no sé aún si estoy presente…
muy bueno
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Muy agradecido.
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