En primer lugar: lo que me molesta de Stiegler, en la entrevista y en sus libros sobre democracia y tecnología, es lo que me molesta en un padre, en alguien que escojo como padre. Es decir: porque lo amo y me importa le recrimino que no es suficientemente bueno. Porque lo he escogido como padre le exijo más que a otros. Soy un patriota de Stiegler, podría decirse.
Mi fastidio es similar al que siento leyendo al Foucault de la Arqueología del saber. Con Foucault: ¿por qué dedicar tantas páginas y esfuerzos a rebatir a viejos estructuralistas?; ¿por qué no, en lugar de eso, continuar hasta las últimas consecuencias del análisis, dejando a los vejestorios pensar lo que quieran?; con Stiegler: ¿por qué, tras un diagnóstico tan certero, avanzar apoyándose en supuestos caducados? Sigue leyendo