La apoteosis de la insignificancia

El falso positivo de la identidad

Afortunadamente, las elecciones madrileñas han terminado. Por desgracia, empero, ni el mediocre cariz político que han sacado a la luz ni la banalidad que ha demostrado su realización mediática habrán acabado con ellas. Muy al contrario, los medios ya han inventado con premura titulares efectistas para prolongar ese circo de estupidez, de forma que se han puesto a escribir sobre “el huracán” o “el efecto Ayuso”; mientras, las televisiones -que son las que desde hace años ahorman las restantes informaciones- han seguido irrigando sus espectáculos habituales, repletos de ruido, opinantes de guardia y un torrente inagotable de majaderías, con el líquido extraído de los veneros, nada venerables, del légamo social. Con semejante linfa, no puede extrañar que la sangre del pensamiento se encuentre ahora mismo en un proceso de hedionda desomposición.

La gangrena democrática que estos comicios han revelado responde a varias erosiones que también han quedado, lamentablemente, claras. La principal de ellas tiene que ver, a mi parecer, con el menoscabo intelectual que ha obrado en una generación -la mía- cuyas titulaciones, maestrías, idiomas o viajes no parecen haber servido, a la vista de la mayoría de representantes políticos de esa generación que ocupan hoy algún protagonismo, para articular un pensamiento sistemático, cuidadoso con el idioma y bien fundamentado. Por el contrario, lo que abunda es un plasma de lemas, tópicos, terminachos y grumos ideológicos que zozobran cuando se ven obligados a apartarse del redil, o cuando alguien se atreve a reconducir la política al foro de las palabras y no a la caverna de las cifras.

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El «folletín» de «Quadratín» o la incapacidad del mal periodismo.


Desde luego, en mi colaboración durante un año con Radio Nicolaita, a través del espacio «Devenires: antropología para el nuevo mundo», no tengo más que elogiosas palabras hacia su directora, Yazmín David: una mujer responsable, sensible y tremendamente exigente consigo misma. Como es de esperar – y de desear- personas así también suelen tener el carácter necesario para exigir profesionalidad a los demás. Que estos no sean capaces de ver en ello una ocasión para aprender y mejorar, y solo alcancen a quejarse, traidoramente, a un medio de moral todavía más dudosa, es algo de lo que, desde luego, no se puede acusar a Yazmín David.
En el tiempo que duró mi sección, tuve ocasión de verla desaparecer eventualmente a causa de un primer intento, ilegal a la par que ilegítimo, por hacerse con el control de Radio Nicolaita y expulsar a su legítima y legal directora. En pocas horas, comprobé cómo las publicaciones de la radio, a cargo de los usurpadores, se llenaban de terribles faltas de ortografía y de una interminable monotonía musical, sin criterio de selección ni gusto alguno. ¡Qué horror y qué desprestigio para una radio universitaria y cultural! En cuanto regresó Yazmín, las cosas volvieron a su cauce y la UMSNH pudo seguir enorgulleciéndose de contar con una radio y una directora a la altura.
Hace unos días, su todavía directora anunciaba el final de su periplo en Radio Nicolaita, agradeciendo a unos y a otros por el aprendizaje y la oportunidad que le habían ofrecido. Ahora, de repente, aparece esta infamante nota que, haciendo caso omiso del bello gesto de agradecimiento de Yazmín David y del trabajo de irrefutable calidad que realizó al frente de Radio Nicolaita, vienen a usar adjetivos como «incapaz», amparándose en no sé sabe qué o en el testimonio de no se sabe quién. Ese adjetivo calificativo a los únicos que califica como «incapaces» es a los de la dizque agencia de noticias Quadratín: incapaces de realizar un buen periodismo, incapaces de informar tomando distancia de sus inquinas personales, incapaces de hacer realmente algo valioso por la sociedad mexicana. Lo que lamento es no haber tenido ocasión, en uno de mis Devenires, de reflexionar del riesgo social (y cultural) que corremos todos, dejándonos arrastrar por un periodismo tan inmoral… y tan incapaz. Me alegra que, a partir de ahora, Yazmín vaya a ganar algo de la calma que se merece, lejos de los depredadores. Solo Radio Nicolaita (y toda la comunidad universitaria) salen perdiendo.

«Innuendo»: sigue su festival de belleza entre el cine y la música.

Son ya cuatro programas los que lleva esta nueva producción de la radio mexicana, Radio Nicolaita, demostrando cómo se puede realizar un programa cultural cuidado, sensible, bello y, además, barato. No creo que el aspecto económico deba ser el que decida la posibilidad de que un buen proyecto periodístico vea la luz; no obstante, lo Innuendoinsoportable es que hayamos «normalizado» la porquería mediática, cuando esta, para mayor escándalo, resulta infinitamente más costosa de lo que requiere la producción de un programa como «Innuendo». Queda expresada mi denuncia. Ahora, no dedicaré mayor comentario a esos vertederos audiovisuales y me centraré en lo que «Innuendo» se merece.

Programa tras programa, ha ido quedando claro que la realización de «Innuendo» amerita que la escuchemos con demora y fruición, degustando la ponderada selección de películas propuestas y los matices de sus respectivas bandas sonoras, cada una de las cuales supone una forma idónea de entrar en el mundo reflejado por el largometraje. Este es, a mi juicio, uno de los grandes méritos del programa: seleccionar películas que están en perfecta «armonía» con la música que las recorre de principio a fin. Sigue leyendo

«Innuendo», primer programa dedicado a Mozart, a través de la película Amadeus, de Milos Forman

La semana pasada salió al aire la primera entrega de»Innuendo», en Radio Nicolaita (México), una atractiva iniciativa de la que ya hablé hacInnuendoe algunos días en esta página, y que tiene como finalidad unir el amor a la música con la simultánea pasión por el séptimo arte. Así pues, en esta primera ocasión, su conductora, Liliana David, nos propone disfrutar de varios pasajes de la obra mozartiana, mientras nos coAmadeusmenta algunos pasajes que entrecruzan las ocurrencias de la película de Milos Forman, de 1984, con los datos de la vida del genial músico austríaco. La calidez de la locución de Liliana hacen todavía más agradable el viaje al que «Innuendo» nos invita durante una hora de música, cine y tibias palabras. La combinación perfecta para estos días de estruendo mediático y de recomendable viaje interior.  El programa tiene una cita con todos sus radioescuchas (incluido el que aquí escribe) cada martes, a las 21h (hora de México). Dado que el horario dificulta el seguimiento en España, el programa compartirá sus audios a través de «Soundcloud». He aquí el enlace para que todos ustedes puedan disfrutar de esta primera y deliciosa entrega:

La próxima semana, «Innuendo» llegará con sonidos de la película «El cisne negro», del director estadounidense Arron Aronofsky. No dejen de escucharlo.

«Innuendo», el nuevo programa de radio que te enseña a amar dos artes a la vez y no estar loco.

Ya lo dijo Antonio Machín una vez: «no te puedo comprender, corazón loco». Y, ¿quién puede? Desde luego, Diego «El Cigala» estuvo de acuerdo con él y repitió lo mismo, años después, a puro grito de «cantaor» y con fondo musical sonando a gloria en las manos del gran Bebo Valdés. Pero ya sea con la matemática elegancia del bolero o con la voz rasgada de lo «jondo», el deconcierto suena muy parecido: «¿cómo se pueden querer a dos mujeres a la vez y no estar loco?». Y quien dijo mujer, bien pudo decir hombre, claro está, pues de lo que se trata no es de acertijos que se resuelvan con respuestas sexuadas, sino de laberintos que apuntan una y otra vez al insondable corazón. ¡Ay, corazón loco!

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